Gracias

Supe también que al dejar de lamentarse
uno aprende a mirar de otro modo,
a ver que el portazo era también puerta,
que una buena caída también ayuda a medir distancias,
que algunos golpes, por fuertes que sean,
pueden serte útiles si aprendes a leer las cicatrices
y yo tengo en el cuerpo una biblioteca entera.

Aprendí que la intensidad por la intensidad no asegura nada,
que quien intenta la montaña más alta,
quien sólo se conforma con el Everest,
posiblemente esté lleno de nada.
Que quien necesita alcanzar lo inaccesible para sentirse colmado
está tratando de llenar un vacío del tamaño de la misma montaña
y no hay un corazón donde quepa una montaña
ni espalda que la pueda soportar.
Que buscar lo imposible 
es sólo una de las maneras de empeñarse
en no querer ser feliz.

La búsqueda del sentido de la vida descubre su nada, pero de esa nada, en la luz despiadada del cielo y del mar, extrae un significado indestructible.